Cuando pienso en elevar
del corazón su vestido,
y convertir ese sentido
en una lisonja a tu psique,
me doy cuenta que no existen,
no existen las letras para decir:
T-E-
A-M-O.
Estoy desesperado
y mi lengua es calido helero,
siempre humectado
por el marfil de tus palabras,
letras que me deshacen
con su complejo de ser ellas.
Y no existen, me he dicho,
las letras para decir:
Q-U-E-D-A-T-E
C-O-N
M-I-G-O.
del corazón su vestido,
y convertir ese sentido
en una lisonja a tu psique,
me doy cuenta que no existen,
no existen las letras para decir:
T-E-
A-M-O.
Estoy desesperado
y mi lengua es calido helero,
siempre humectado
por el marfil de tus palabras,
letras que me deshacen
con su complejo de ser ellas.
Y no existen, me he dicho,
las letras para decir:
Q-U-E-D-A-T-E
C-O-N
M-I-G-O.
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